La opinión pública se construye desde los medios para anticiparse y neutralizar el pensamiento reflexivo discrepante. Los mensajes con los que se nos martillera desde los medios de comunicación, se quedan en nuestra mente como un parásito. Por eso luego en las conversaciones repetimos, más o menos conscientemente, ideas como estas:
¡Confórmate con tu reducido salario! ¡Deberías estar agradecido! ¿Olvidas que otros están peor? ¡Acepta trabajar más horas para tu empresa! ¿O prefieres abandonar y engrosar las listas de parados? ¡Acepta el libre despido! ¿No querrás que las empresas huyan a países donde despedir sea más barato? ¡Apoya las privatizaciones de los servicios públicos! ¿No ves que estos servicios públicos son de peor calidad? ¡Págate, de forma privada, tu sanidad, tus pensiones, la educación de tus hijos! ¿No quieres lo mejor para tu familia? ¡Apoya la reducción de impuestos! ¿Acaso no quieres pagar menos? ¿No prefieres disponer libremente de tu dinero, sin que el Estado te "oprima"? Periodistas y políticos discuten acaloradamente de muchos temas, pero cuando se trata de medidas económicas concretas, una gran mayoría al piensan en la misma dirección. ¿Por qué hay tantos expertos económicos “famosos” que coinciden en sus propuestas y discrepan sólo en aspectos puntuales? ¿Acaso, tal y como ellos dicen, no hay alternativa? ¿La economía o el mercado nos exige esas medidas sin que quepan otras alternativas? Hoy vemos a menudo este razonamiento: Yo no entiendo de economía, si eso es lo que dicen los expertos que aparecen en los medios de comunicación, será verdad. Mi intención es acabar con este planteamiento. Es un proyectil intelectual contra el determinismo económico que navega sobre las conciencias de muchos. Hoy todo parece determinado por las abstractas fuerzas de la economía. Estas exigen sacrificios humanos para poder ofrecerlos en el altar del libre mercado. El Dios mercado nos exige flexibilizar el mercado laboral, privatizar empresas públicas, reducir los impuestos, reducir la deuda pública, etc. y nosotros obedecemos sumisamente, angustiados por el miedo. Si no lo hacemos sería peor. ¿Y si no todos los especialistas estuvieran de acuerdo con este razonamiento? ¿Y si la realidad económica no estuviera tan determinada? O aun peor: ¿y si otra política económica, con mejores resultados, fuera posible? Cuando estudiaba en la Universidad en una ocasión leí un artículo fechado en los años 80. Su autor se hacía eco de la previsión que lanzó Keynes en 1930 cuando dijo que en 100 años se iba a reducir la jornada laboral a pocas horas diarias, e igualmente se podrá reducir los días laborables laborales a 4 o 3 a la semana. Las mejoras tecnológicas iban a transformar las condiciones laborales de los trabajadores en un sentido beneficioso para ellos. El autor del artículo daba por hecho el acierto de Keynes en base al desarrollo de la robotización y la mecanización que se había alcanzado en ese momento. Aunque hoy ese pronóstico suena irreal, lo triste es que es verdad que en estos momentos esas condiciones son materialmente viables. Efectivamente la mecanización permite mantener altas cotas de producción reduciendo el tiempo de trabajo. Pero en lugar de aprovechar este avance para mejorar la vida de todos, parece más bien al contrario. El aumento de la productividad no significó una reducción de horas de trabajo sino un aumento de los despidos hasta el punto y los trabajadores altamente cualificados que siguen trabajando, aún hacen más horas que antes. La tecnología se ha usado para la desigualdad. Hoy son cada vez más las familias que se encierran en barrios fortificados para proteger su bienestar, e igualmente son cada vez más los que, sin trabajo estable ni respaldo económico familiar, miran desde el otro lado de esos muros con desesperación y resentimiento. ¿Qué hemos hecho mal? Y sobre todo ¿Por qué lo hemos hecho mal? Aquí trato de responder a esas preguntas. Para eso pretende aclarar las razones que se esconden detrás del pensamiento único económico. Mi intención es demostrar que el supuesto determinismo no existe. No es más que una burda estrategia para neutralizar la resistencia. Las cosas no tienen por qué ser así por necesidad, es más, no conviene que sean así.
Mapa/índice de la web/libro:
Tras
leer esta obra conocerá y conocerá las medidas o reformas de política
económica que se han llevado a cabo en los últimos cien años y el motivo
que las originó. Así podrá entender cómo y por qué hemos llegado a la
situación actual. En esta web encontrará lo siguiente:
Los
contenidos de los capítulos eran, en origen, extractos seleccionados y
depurados de mis intervenciones en foros de economía durante la primera
década de este siglo. En algunos apartados aún se aprecia el tono
desenfadado y provocador característico de estos debates en ese entorno
de pasión juvenil. Al tratarse de una recopilación de trabajos
independientes, algunas ideas se repiten y hay cierta redundancia que he
corregido en gran parte. Todos los capítulos se han recopilado y se ofrecen en formato papel desde este enlace de Amazon. La primera edición de este libro fue en 2010 y se ofreció para su libre descarga en PDF desde varias plataformas digitales. Al año siguiente y coincidiendo con el 15M esta obra tuvo un espectacular crecimiento en el número de descargas, lo que muestra una evidente sintonía entre las ideas que aquí se defienden y ese movimiento. Desde entonces he ido reeditando, modificando y enriqueciendo los contenidos con nuevas lecturas y actualizando los datos históricos a medida que se iban produciendo. |
Análisis y crítica de las políticas económicas neoliberales y sus efectos en la historia