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2. Liberalismo, socialdemocracia, neoliberalismo, socioliberalismo

Para entender cómo hemos llegado hasta la situación presente es necesario previamente definir el significado de los términos que necesitamos para entender el devenir histórico. Es una labor indispensable teniendo en cuenta que vamos a usar palabras que reciben diferentes significados o acepciones según las premisas ideológicas del que las usa [1]. Lo que hago aquí es una clarificación semántica de términos de uso confuso como neoliberalismo o socialdemocracia.

Liberalismo


El liberalismo, liberalismo original o liberalismo clásico es el nombre que la historiografía ha puesto al movimiento que nace en Gran Bretaña al final del Antiguo Régimen para dar cobertura ideológica a la Revolución inglesa del siglo XVII. Se opusieron a las ideologías absolutistas predominantes en esa época. La justificación filosófica fue el derecho natural, es decir, creer que existen ciertos derechos individuales que deben respetarse porque son un don que la divinidad ha dado al hombre. Reivindicaban la participación política a través de un parlamento con cargos electos  y que el Estado respete una serie de derechos naturales individuales y que no actúe para violarlos: vida (que nadie sea ejecutado sin razón justificada) libertad (que nadie sea retenido o penalizado arbitrariamente) y propiedad (que a nadie se le expropie arbitrariamente). Derivado de este derecho a la propiedad viene su rechazo a la intervención de los monarcas en el libre mercado con aranceles internos y tributos no justificados. El mercantilismo vigente en su época se marcaba como objetivo aumentar la  riqueza de los monarcas limitando las importaciones y aumentando las exportaciones de manufacturas, mientras que el liberalismo se justificaba teóricamente en la búsqueda de la riqueza individual, no la del gobernante.

Los defensores de la autorregulación hablaban de una providencial mano invisible que corrige los errores del mercado sin necesidad de intervención estatal. Esta metáfora la toman de Adam Smith [2], pero desvirtúan el significado que le quiso dar el autor. Para Smith esta metáfora refleja la realidad en ciertas situaciones, pero no en todas. Smith creía necesaria la intervención del Estado para corregir los desajuste allí donde no funciona la “mano invisible”. Esa posición la mantienen los referentes intelectuales del liberalismo clásico: Jonh Locke, (liberalismo filosófico), Adam Smith (liberalismo económico) o Jonh Stuar Mill (liberalismo social). El estado debía intervenir  regulando las relaciones económicas e incluso participando como productor para compensar algunos desajustes y eso en nombre de la propiedad privada:


Según el sistema de la libertad natural, el soberano solo tiene tres deberes que cumplir tres deberes de sobresaliente importancia pero que están al alcance y comprensión de una inteligencia corriente. Primero, el deber de proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes. Segundo, el deber de proteger, en cuanto sea posible, a cada miembro de la sociedad frente a la injusticia y opresión de cualquier otro miembro de la misma, o el deber de establecer una exacta administración de la justicia. Y tercero, el deber de edificar y mantener ciertas obras públicas y ciertas instituciones públicas que jamás será del interés de ningún individuo o pequeño número de individuos el edificar y mantener, puesto que el beneficio nunca podría reponer el coste que representarían para una persona o un reducido número de personas, aunque frecuentemente lo reponen con creces para una gran sociedad.

Para el liberalismo original o clásico la intervención del estado se plantea como un requisito para salvaguardar los derechos naturales y se integra en este planteamiento. Por lo tanto para alcanzar la libertad es necesario en la misma medida tanto que el estado no se extralimite como que el estado no se inhiba demasiado. Partiendo de estas ideas, durante el siglo XIX el liberalismo fue añadiendo nuevas ideas a su sistema ideológico. El investigador de las ideologías políticas y profesor de la Universidad de Londres, Michael Freeman [3], consideró que el liberalismo como ideología quedó  configurado con cuatro ideas fuerza:
  • Restricción del poder para preservar los derechos individuales.
  • Mercado libre con el que los individuos salen beneficiados
  • Fe en el progreso humano y en el desarrollo personal de cada uno sin dañar a los demás.
  • Necesidad de un Estado que proteja la libertad y consiga el bienestar de los individuos.
  • Respeto a la diversidad de estilos y de vida y creencias aspirando a una sociedad plural y tolerante.
 

Socialismo


Desde el siglo XVIII en adelante, coincidiendo con la revolución industrial, hubo un crecimiento económico sin precedentes. Los teóricos del liberalismo atribuyeron este crecimiento a la medidas liberales que se estaban tomando, es decir, a que se aumentaron las libertades políticas y económicas, aunque la verdad es que también ayudó al crecimiento industrial el proteccionismo mercantilista que se mantuvo en gran medida. Donde no tuvo tanto éxito fue en garantizar los derechos humanos y sociales mínimos: la polarización social, las diferencias entre ricos y pobres, se acrecentó sin parar y esto tuvo como consecuencia la aparición de la lucha de clases entre burguesía-proletariado. Esto se materializó en la intermitente ruptura de la paz social: el aumento de las manifestaciones, las huelgas y los disturbios sociales, etc.  En este contexto se expandieron ideologías con aspiraciones revolucionarias que ponían el foco en lo colectivo frente a lo individual a las que se llamó genéricamente socialistas.  El socialismo tuvo varias corrientes ideológicas: desde mitad del siglo XIX las principales fueron el socialismo marxista y el socialismo anarquista. Ambos movimientos coincidían en su rechazo del liberalismo tanto en su vertiente económica, como en su vertiente política, es decir, la democracia parlamentaria. El socialismo tuvo como principal teórico a Karl Marx, por lo que el socialismo decimonónico fue fundamentalmente un socialismo marxista. Marx pronosticó la autodestrucción del sistema capitalista por sus propias contradicciones, y su sustitución por un nuevo sistema en el que los medios de producción (tierras, infraestructuras y empresas) pasarían a manos de los trabajadores mediante la nacionalización, es decir, pasarían a ser de propiedad estatal. De esta forma desaparecería el libre mercado que sería sustituido por la planificación económica estatal. 

Socialdemocracia 


A inicio del siglo XX, el sistema económico demostró más resistencia de lo previsto por Karl Marx. Por ello los socialistas de todas las corrientes fueron adoptando posiciones de tipo reformista y no rupturistas. Así pues, en el seno del socialismo marxista apareció la vía reformista que en su momento se llamó revisionista, pero que hoy conocemos como socialismo socialdemócrata. Los socialdemócratas aceptaron el sistema político liberal, es decir, eran partidarios de la democracia parlamentaria y de garantizar una lista de derechos individuales que incluía la propiedad y la libertad de expresión, pero en economía no eran partidarios del libre mercado absoluto. Los socialdemócratas no creían que el mercado pudiera autorregularse de manera eficaz, esto es, de manera que garantizara los derechos individuales. En conclusión veían necesario que el Estado interviniera para corregir los desequilibrios sociales. Pero el intervencionismo en la economía que defienden está también limitado, ya que permiten el libre mercado. Por esto último rompieron con los socialistas partidarios de la completa nacionalización de los medios de producción, que desde 1917 serán conocidos como marxistas-leninistas o  comunistas soviéticos.

Comunismo 


El socialismo comunista ha tenido dos corrientes principales. La primera fue el comunismo revolucionario de tipo soviético. Estos comunistas toman como referencia a la Unión Soviética y a otros países que han implantado un sistema al que denominan “socialismo real”. Su principal reivindicación es la nacionalización de los medios de producción, es decir, que pasen a estar bajo el control del Estado e integrados en empresas públicas. Podríamos definir medios de producción como todo aquello que es necesario para producir:  recursos naturales, tierras e infraestructuras. Los comunistas quieren que esta nacionalización sea completa a diferencia de los socialdemócratas que quieren una nacionalización parcial en la medida que sea necesaria. Los socialdemócratas entienden que algunas actividades económicas sí que deben ser de gestión pública como los monopolios naturales o aquellas actividades con las que se garantizan los derechos sociales, pero el resto de actividades pueden regirse por las reglas del libre mercado con una debida regulación. 

Otra diferencia es que mientras los socialdemócratas plantean sus objetivos en términos de reforma. Consideran que los avances sociales se alcanzan poco a poco ganando elecciones en un contexto de democracia parlamentaria, en cambio los comunistas consideran que la democracia parlamentaria está ligada al sistema capitalista y por ello desaparecerá con él. En su lugar defienden sistemas de democracia indirecta sin pluralidad ideológica, las conocidas como dictaduras comunistas.   Por ello los comunistas plantean sus objetivos en términos de revolución.  

Desde los años 70 apareció una nueva forma de comunismo: el comunismo reformista o democrático. En Chile con Salvador Allende se llamó vía chilena, en Europa se llamó eurocomunismo.  Se trata de comunistas desengañados con la URSS por su actitud imperialista con otros países comunistas y partidarios del modelo de democracia parlamentaria con pluralidad de partidos. En este sentido se equiparan a los socialdemócratas en el aspecto político, pero mantienen diferencias cuantitativas en el aspecto económico. Los comunistas democráticos o eurocomunistas reivindican una mayor intervención y control sobre los medios de producción en un grado superior a la que piden los socialdemócratas. 

Liberalismo keynesiano 


Después de la crisis de 1929 una parte de los liberales, encabezados por Keynes, aceptaron la necesidad de intervenir en la economía para corregir los errores del liberalismo económico. Este nuevo tipo de liberalismo se conoce como liberalismo keynesiano o simplemente keynesianismo. No solo querían evitar la crisis económica, también se trataba de evitar que el comunismo de tipo soviético se extendiera por el fracaso del sistema económico liberal. Estos liberales entendían la necesidad de que el Estado interviniera directamente en la economía para corregir los errores de un mercado demasiado desregulado y de esta forma poder crear una sociedad verdaderamente liberal. En este sentido siguen la filosofía de los fundadores del liberalismo, que también creían necesaria la intervención con ese mismo objetivo, lo que hacen es extender y profundizar en este intervencionismo, sobre todo en periodos de crisis. Hay que recordar que liberalismo clásico no anteponía el mercado al resto de derechos naturales. El mercado y el Estado debían plegarse a ellos y podían ser limitados para alcanzar los objetivos deseables.  

Socialdemocracia keynesiana


Desde orígenes diferentes, tanto el socialismo socialdemócrata de origen marxista como el liberalismo keynesiano, confluyeron en unas propuestas muy parecidas orientadas hacia la consecución de una economía de tipo mixto: en parte controlada directamente por el estado, en parte abierta al sector privado. De esta forma se produjo la convergencia entre los partidos socialistas socialdemócratas y los partidos liberales que ahora defendían un liberalismo de tipo keynesiano.  A estas propuestas políticas, es decir, las medidas que tomaron los gobiernos en esta dirección, las llamaremos políticas socialdemócratas keynesianas.

Durante la primera mitad del siglo XX las grandes guerras europeas corrigieron temporalmente los desequilibrios sociales generados por el sistema económico y sirvieron para aliviar la tensión social y evitar la revolución, pero tras la Segunda Guerra Mundial la vía militar se agotó. Entonces se buscó una nueva forma de acabar con los desequilibrios sociales y frenar el aumento de la popularidad de los socialistas de tipo comunista. Por ello los partidos liberales y conservadores decidieron  apostar por el liberalismo keynesiano, es decir, pasaron a defender la aplicación de políticas socialdemócratas hasta cierto punto.

Las políticas socialdemócratas de tipo keynesiano se aplicaron de manera generalizada en Europa y Norteamérica durante la posguerra. De hecho el periodo que va de 1945 a 1975 se conoce como etapa socialdemócrata. Por los excelentes resultados económicos de este período, también se conoce como "la edad de oro del capitalismo" o "los treinta gloriosos" 

Podemos definir a las políticas socialdemócratas keynesianas como aquellas medidas concretas con las que el Estado interviene en  economía para controlar el libre mercado. El intervencionismo se hace para corregir los errores del capitalismo evitando los desequilibrios derivados de la libertad total de mercado. Sobre todo aquellos relacionados con la concentración de capital y el aumento de la polarización. Las políticas socialdemócratas son de tres tipos:
  • Regulando la economía mediante leyes y limitaciones al libre comercio para evitar monopolios y abusos olgárquicos. 
  • Interviniendo directamente en la producción de bienes y servicios con las empresas públicas para evitar el desempleo, garantizar la universalidad de los servicios sociales y el mantenimiento de sectores estratégicos ineficaces si son gestionados de forma privada. Para ello los bancos centrales del Estado, directamente o indirectamente a través de bancos privados, creaban los capitales que se invertían en actividades productivas: industria e infraestructuras. De esta forma se logró acabar con el problema del desempleo. Para compensar la inflación (aumento de los precios) se subían los sueldos y se aumentaban los impuestos. 
  • Creando servicios públicos de cobertura universal pagados por el Estado que redujeron las diferencias sociales y convirtieron a la clase baja en clase media. 

Nacimiento del neoliberalismo


Tras las crisis económica posterior al crac de 1929, las políticas económicas de mínima intervención estaban hundiendo más a los países y se entró en una gran depresión. Los gobernantes eran conscientes del problema social que tenían si no hacían algo para acabar con la desesperación de sus ciudadanos. Para la oligarquía occidental era preocupante que a la Unión Soviética comunista no le hubiera afectado la crisis y seguían creciendo mientras los trabajadores de Europa occidental y de Estados Unidos habían visto cómo se hundía su niveles de vida. Los gobernantes necesitaban nuevas políticas alternativas que ofrecieran soluciones reales a la crisis económica  ya que las recetas liberales ortodoxas (ausencia de intervencionismo) no parecían funcionar. Para evitar el riesgo de la revolución obrera, las oligarquías de muchos países europeos habían abandonado a los partidos liberales y habían promovido la formación de gobiernos fascistas.
 
En un contexto de crisis del liberalismo como doctrina política y económica, economistas de varias tendencias se reunieron en París en el llamado coloquio Walter-Lippman de 1938 para buscar soluciones. Todos coinciden en buscar la forma de proteger al libre mercado y rechazan el intervencionismo directo en la producción de los países comunistas y de los países fascistas. A este nuevo liberalismo que quiere aumentar la intervención política en la economía pero sin pasarse, lo llamaron “liberalismo positivo” y el economista Alexander Rüstow habló por primera vez de "neoliberalismo". Esta primera forma de neoliberalismo embrionario se usó para referirse a los nuevos planteamientos que proponían intervención pública en la economía para preservar el libre mercado todo lo posible coyunturalmente. En el futuro, a esta posición se la llamará neoliberalismo práctico, de ello hablaré después en mayor profundidad. Aunque todos veían necesaria la intervención, había diferencias sobre el tipo y la intensidad de ese intervencionismo. Algunos, como Lippman, entendían que hacía falta bastante intervencionismo, serán los que en el futuro se posicionarán al lado del liberalismo keynesiano. Otros creían que con muy poco de intervencionismo sería suficiente, estos en el futuro integrarán la escuela austriaca del neoliberalismo. Por último están los que, como Rüstow, adoptarán una posición intermedia entre los dos anteriores, son los conocidos como ordoliberales o escuela alemana, que harán de bisagra entre el liberalismo y el neoliberalismo.
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, los partidarios de la mayor intervención fueron los que adquirieron mayor relevancia. Siguiendo las propuestas del informe Beveridge (1942), iniciaron la construcción de lo que se conoce como el “estado del bienestar”. La idea era aumentar la intervención directa del Estado en la economía para garantizar unos derechos sociales mínimos para todos los ciudadanos (seguridad social, educación, sanidad, pensiones, desempleo, etc.).  Estos servicios serían públicos y se mantendrían con impuestos proporcionales a la riqueza.

En reacción a todo lo anterior surgió el neoliberalismo. La que se podría considerar biblia del neoliberalismo "Camino de servidumbre" de Hayek se publicó en 1944 dos años después del informe Beverdige, donde se critica la idea de estado de bienestar y en general todas políticas intervencionistas. Para Hayek, el intervencionismo económico es el primer paso en un camino que nos lleva al comunismo soviético.

La Escuela austriaca: la filosofía neoliberal


La escuela austriaca es una escuela más filosófica que económica. Sus posiciones no siguen criterios cuantitativos, sino que se basan en su fe en un orden natural del que derivan una lista de derechos determinados que ellos han despejado por medio del racionalismo. Para los austriacos el Estado tiene como única función defender los derechos naturales: la vida, la “libertad” y la propiedad privada, es decir, mantener a la policía para perseguir a los ladrones y defender a los propietarios. Los principales ideólogos de la escuela austriaca fueron Mises, Hayek, Rothbard y otros. En un principio se confunden con los ordoliberales, Hayek escribió el primer artículo del primer número de la revista ORDO (1948) en donde se le presenta como “ordoliberal austriaco”. Ordoliberales y austriacos hicieron frente común oponiéndose a las primeras medidas intervencionistas que efectuaron los socialdemócratas austriacos en los años 20. Después ambos se opusieron al liberalismo keynesiano y a los sistemas de economía mixta. Durante la etapa socialdemócrata, los treinta gloriosos, los economistas de la escuela austriaca siguieron criticando las políticas socialdemócratas a pesar de sus buenos resultados. Justificaron su posición por motivos filosóficos o morales: las políticas socialdemócratas son malas porque van en contra del orden natural de las cosas, independientemente de que sus resultados respecto a la producción y la distribución sean buenos.
 
Puesto que los partidos políticos que defendían o mantenían el intervencionismo económico contaban con un gran apoyo electoral y ganaban las elecciones, los miembros de la escuela austriaca se sentían frustrados. Hayek fue de los primeros que planteó la posible oposición entre democracia y lo que él entendía por liberalismo. Según su interpretación, la soberanía nacional se enfrenta a los derechos naturales cuando un pueblo decide democráticamente a partidos que quieren hacer políticas intervencionistas. Por eso Hayek afirma que es necesario limitar la soberanía nacional, desnaturalizar al sistema democrático para que no sea posible hacer políticas intervencionistas [4].  Los encargados de aplicar en la práctica las ideas de la escuela austriaca y de buscar la forma de limitar la soberanía nacional fueron los representantes de la escuela ordoliberal y los de la escuela de Chicago.

Ordoliberalismo: neoliberalismo práctico  


El ordoliberalismo ("liberalismo del orden") o escuela alemana de Wilhelm Röpke,  Alexander Rüstow (el que propuso el término neoliberalismo) , Walter Eucken y  Franz Böhm que se reúnen en torno a la revista ORDO. También se les conoce como escuela de Friburgo o escuela alemana. A diferencia de la escuela austriaca, se trata de una escuela económica y no filosófica. El neoliberalismo ordoliberal tuvo mucha influencia en el principal partido liberal de Alemania, el CDU y fue la ideología dominante entre los tecnócratas que gobiernan en las instituciones de la Unión Europea y en la España de Franco a partir de los años 60. Defienden la intervención del Estado como regulador para lograr que el mercado sea competitivo y que no se establezcan monopolios. Desde posiciones cristianas también defienden una mínima intervención asistencial para que las clases bajas tengan un nivel de vida mínimo aceptable. Estaban en contra de las políticas de inversión directa de los estados en la economía que estaban haciendo los gobiernos socialdemócratas keynesianos de su época, tampoco querían que los gobiernos impulsaran políticas redistributivas más allá de lo necesario para evitar los disturbios sociales y mantener el “orden”.

A nivel práctico los ordoliberales tenían claro que era necesario participar en el juego político para tener influencia real, por lo que integraron las filas de los partidos liberales que se turnaban en el poder en algunos países. Desde el poder reducían las políticas socialdemócratas en la medida de lo posible, pero no las desmontaban en su totalidad, por lo que empezaron a recibir la crítica de los austriacos. Los austriacos no participaron en el juego político para preservar su pureza doctrinal y su sensación autoinducida de superioridad moral. Los ordoliberales, necesitados del apoyo electoral entienden que las competencias del Estado han de ser suficientemente amplias para evitar concentraciones monopolísticas y para evitar la creación de bolsas de pobreza. Se defendieron de los ataques de los austriacos acusándoles de ser idealistas y de estar desconectados de la realidad por pensar que el libre mercado puede subsistir sin un Estado que lo regule y lo limite. Por su parte los austriacos (sobre todo Mises) critican a los ordoliberales por ampliar demasiado las competencias del Estado con la excusa de proteger al libre mercado. Aunque estas diferencias son más estratégicas que de principios; el ordoliberalismo asume las premisas filosóficas de los austriacos, solo que las adapta las reformas económicas de manera realista al contexto histórico y social de su época. Aquí ya tenemos la diferencia recurrente entre el neoliberalismo teórico y el neoliberalismo práctico.
 
Pondré un ejemplo de esta complementariedad entre teoría austriaca y práctica ordoliberal: el ordoliberalismo partió de las ideas de Hayek (austriaco) y se buscó mecanismos para anteponer el libre mercado a la democracia y la soberanía nacional. Para tener la garantía de que ningún país puede aumentar su intervencionismo en la economía por mecanismos democráticos, defendieron la pérdida de poder de los Estados y la transferencia de competencias a agencias e instituciones supranacionales dirigidas por economistas neoliberales, es decir, por ellos mismos. El ordoliberalismo impulsó la creación de la Unión Europea para aplicar en la práctica el federalismo que propuso Hayek con el fin de neutralizar la democracia y la soberanía nacional e imponer el liberalismo económico obligatorio. De esta forma los gobiernos trasladaron el poder de decisión a manos de estos supuestos "expertos" a través de instituciones oficialmente neutrales. Una vez unificada la centralizada económica europea, podrían aplicar sin resistencia sus planes de recorte de gasto público y de reducción de impuestos, es decir, las políticas neoliberales. Para hacer más atractivas sus ideas en la época keynesiana, los políticos vendieron las propuestas ordoliberales como: “economía social de mercado”. Aunque aparentemente tanto el keynesianismo como el ordoliberalismo encajan en el concepto original de liberalismo y la diferencia entre ellos parece ser más cuantitativa que cualitativa, en realidad la diferencia es más profunda. Hay que tener presente que el ordoliberalismo limita la regulación y rechaza la intervención directa en la economía productiva que defiende el keynesianismo, eso explica el doble juego de esta corriente. En cierto modo el ordoliberalismo puede considerarse una corriente bisagra: la última escuela del liberalismo o la primera del neoliberalismo atendiendo al mayor o menor apoyo en la filosofía de la escuela austriaca.

Escuela de Chicago: neoliberalismo y banco central


Después de la Segunda Guerra Mundial aparece una nueva corriente económica: la escuela de Chicago. Su principal ideólogo fue Milton Friedman. La escuela de Chicago parte de las mismas premisas del ordoliberalismo pero encuentra una nueva forma de reducir la intervención directa del estado en la economía. Proponen sustituir las inversiones directas de los estados por medidas monetarias de los bancos centrales para impulsar el crecimiento indirectamente. De esta forma los estados pierden capacidad de control económico y el poder pasa a los bancos gestionados por actores privados. La escuela de Chicago se compagina perfectamente con el ordoliberalismo e igualmente acusaba a la escuela austriaca de tener posiciones demasiado utópicas y alejadas de la realidad económica, mientras que los austriacos acusaban a los de la escuela de Chicago de intervencionismo excesivo con sus políticas monetarias. 

Anarcocapitalismo: la utopía neoliberal


Desde la escuela austriaca, el norteamericano Murray Rothbard da un paso más y dice que el objetivo ideal es alcanzar un sistema utópico en el que el Estado no tuviera ninguna necesidad de existir y las relaciones sociales se basen en el respeto a los derechos naturales, principalmente el derecho a la propiedad privada. Rothbard aporta el término de anarcocapitalismo para referirse a este sistema ideal.  

El prestigio y el reconocimiento que va adquiriendo la doctrina de la escuela austriaca en las altas esferas desde los años 70 tuvo como consecuencia una escisión de una rama fundamentalista, en el sentido de “volver a los fundamentos doctrinales”. En la década de los 70 los seguidores de la utopía anarcocapitalista de Murray Rothbard marcarán diferencias con muchos filósofos-economistas de la escuela austriaca a los que acusan de ser  demasiado intervencionistas por aceptar la existencia del estado. Desde entonces sus seguidores fundan partidos políticos a los que llaman libertarios con el fin de apropiarse del calificativo que usaban los anarquistas. En este sentido se puede considerar el anarcocapitalismo como una forma extrema de la escuela austriaca. 

Tres escuelas pero una única dirección  


Mientra que la escuela austriaca marcaba la teoría y la filosofía, las escuelas ordoliberal y de Chicago intentan llevar a la práctica estas teorías y filosofías en la medida de lo posible y el anarcocapitalismo no es una escuela teórica propiamente es simplemente una versión extrema y utópica de la escuela austriaca.  

Desde 1947 los principales miembros de la escuela ordoliberal (Röpke), la austriaca (Hayek) y la escuela de Chicago (Friedman) se unieron en la sociedad Mont Pelerin y presidida por el propio Hayek. Ahí se reunían periódicamente y reflexionaban sobre cómo alcanzar su programa común. Las tres escuelas coinciden en sus propuestas prácticas a corto y a medio plazo en la línea de reducir la intervención del Estado en la economía. Aunque los austriacos lo hagan en mayor medida, todos defienden desregulaciones financieras, comerciales, laborales, etc., a las que llaman políticas de libre mercado. Pero fundamentalmente quieren que el estado deje de intervenir en la economía como productor y como distribuidor y por eso defienden la privatización de las empresas públicas y la reducción de impuestos o su desaparición. 

Para justificar teóricamente sus propuestas, los economistas de las tres escuelas pusieron de moda el enfoque económico de los economistas de la escuela neoclásica. Mientras que los economistas liberales clásicos (Smith, Ricardo) usaban enfoques generales (macroeconomía) y enfoques individuales (microeconomía), los economistas neoclásicos destacan los enfoques individuales y hacen derivar de esto todo lo demás.  Por eso las tres destacan el análisis marginalista al que consideran la máxima expresión del pensamiento económico liberal. 

En resumen: varias escuelas neoliberales pero una única línea política verdadera: la reducción de la intervención del Estado en la economía todo lo que se pueda sin poner en peligro el orden público, lo que ellos llaman el minarquismo

No hay que dejarse confundir con las diferencias entre los integrantes de las escuelas neoliberales que naturalmente existen. Las diferencias entre ellos son de matiz, son menores incluso que las diferentes corrientes socialdemócratas o las diferentes escuelas comunistas. Todas las escuelas del neoliberalismo consideran una amenaza la existencia del “estado del bienestar”, al que llaman despectivamente “estado benefactor” o “estado providencial”. Todas usan el término “socialista” para referirse a todos sus opositores, sean comunistas, socialdemócratas o fascistas. Todas consideran que la intervención del Estado en la economía es, en cierto modo, la antesala del comunismo. De modo que la distinción que hacen gala entre ellos responde más a una estrategia publicitaria para aparentar falsa diversidad, ya que sus afinidades doctrinales son objetivamente evidentes. [5]

Neoliberalismo teórico, puro o metafísico


Desde los años 70 estos nuevos liberales reciben el apoyo y la financiación de empresas y de partidos que tradicionalmente se consideran de “derecha”. Por ello en esa época comenzó a usarse el término neoliberal para referirse a las propuestas que defienden tanto los ordoliberales, a la escuela austriaca y a la escuela de Chicago en tanto que van siempre en la misma dirección: reducir el control del Estado sobre la economía y devolver al “mercado” los servicios públicos..

Aunque efectivamente el neoliberalismo deriva del liberalismo, ya no son liberales (en sentido original) porque cambian tanto la teoría como la práctica. Respecto a la teoría hay un cambio en las premisas filosóficas. Mientras que el derecho natural del liberalismo consideraba que las relaciones políticas, al igual que las económicas, formaban parte del derecho natural, es decir que lo político y lo económico son dimensiones igual de importantes de la sociedad y deben acomodarse entre ellas, para estos nuevos liberales esto no es así. Para estos nuevos liberales el derecho natural lo constituyen únicamente las relaciones económicas y lo político está subordinado a lo económico [6]. Esto significa que la libertad únicamente puede concebirse en términos económicos y  no políticos, de modo que, a diferencia de un liberal (original) para estos nuevos liberales una dictadura puede ser un ejemplo de liberalismo si mantiene abiertas sus fronteras a la inversión y privatiza sus empresas públicas. En cambio si en un país se nacionalizan empresas privadas, pasa a ser una dictadura aunque haya democracia y esa decisión haya sido la más votada electoralmente. 

Desde entonces con neoliberalismo nos referimos a los filósofos y economistas que se oponen al liberalismo keynesiano porque consideran que los derechos políticos están por debajo de los derechos económicos, al contrario de lo que pensaban los liberales originales. 

Dentro del neoliberalismo tenemos posiciones más utópicas como las de la escuela austriaca o los anarcocapitalistas, que no quieren ningún estado para no tener que pagar impuestos. Las justificaciones filosóficas y sus propuestas más extremas se conocen como  neoliberalismo teórico o utópico porque es inaplicable. 
 
Estos nuevos liberales, al contrario que liberales keynesianos o los liberales clásicos, consideran que el “mercado” es perfecto e ideal y rechazan la idea de que el libre mercado necesite “correcciones”. 

Neoliberalismo práctico


Los economistas ordoliberales o la escuela de Chicago tuvieron  responsabilidades de gobierno durante el período de mayor popularidad de las políticas keynesianas (1945-75) e intentaron aplicar, en la medida de lo posible, ideas neoliberales. En ese momento llegaban a acuerdos con los liberales keynesianos, predominantes en este período. Después de 1975 la escuela de Chicago aprovechó la coyuntura para aplicar sus medidas con mayor profundidad, pero igualmente lo hizo gradualmente para evitar resistencias sociales. Todas estas medidas van siempre en la misma dirección: reducir la intervención pública en la economía para abrir nuevos nichos de mercado a los agentes privados. Esto siempre agranda la desigualdad y a la larga rompe con la universalidad de los derechos. Se llama neoliberalismo práctico a la aplicación de estas medidas de forma progresiva, indirecta o selectiva.  

El neoliberalismo práctico son las políticas que materialmente realizan los defensores del neoliberalismo, se correspondan o no con los planteamientos teóricos maximalistas.  El neoliberalismo práctico es el que realizan los políticos inspirados por la filosofía austriaca pero aplican estas recetas progresivamente. Son políticos de partidos liberales, conservadores o socioliberales (antiguos partidos de izquierda que realizan políticas neoliberales). El  neoliberalismo práctico se caracteriza por su estrategia de la gradualidad. Van privatizando y reduciendo la intervención del Estado en la economía poco a poco y aprovechando tanto coyunturas favorables para evitar la contestación social, como crisis económicas para colar sus reformas como supuestas soluciones. Para consolidar estas reformas y que no haya vuelta atrás, el neoliberalismo práctico fomenta las asociaciones de libre comercio entre Estados para que los  gobiernos pierdan soberanía económica y de las que es muy difícil salir sin sufrir un duro castigo económico.  En este sentido se puede considerar una  corriente de tipo posibilista, es decir, que intenta llevar las reformas hasta donde sea factible o posible, tomando el sustrato ideológico como un punto de partida. 

La existencia de este neoliberalismo práctico o posibilista que aplica únicamente una parte del programa neoliberal es un elemento fundamental en el  discurso publicitario de los teóricos del neoliberalismo. Gracias a esto siempre pueden explicar/justificar los fracasos prácticos de sus reformas hablando de una “insuficiencia” en la aplicación de medidas privatizadoras. De modo que sus ideas nunca pueden ser falsables, es decir, nunca se puede demostrar que no funcionan porque nunca se han aplicado “completamente”.  Los teóricos del neoliberalismo teórico pueden ser opositores a sus propios políticos neoliberales en tanto que los malos resultados de sus medidas no pueden vincularse con sus propuestas ya que estas son “perfectas e infalibles”, así pues, si sus reformas fracasan solo tiene dos explicaciones: el boicot de los “rojos” o de los “zurdos”, o que los políticos neoliberales es que no han sido suficientemente neoliberales.  En cambio ellos, los teóricos, sí que mantienen la pureza doctrinal. En este sentido los defensores del liberalismo razonan igual que los defensores del comunismo soviético. Ambos consideran que sus sistemas no han llegado a fracasar porque nunca se han aplicado correctamente.

Las políticas neoliberales podrían definirse como la parte práctica de la metafísica neoliberal.  Esta dualidad entre teoría (absoluta) y práctica (parcial) resulta especialmente interesante para los intelectuales/economistas del neoliberalismo. Gracias a esta diferencia pueden criticar incluso a sus propios políticos neoliberales acusándoles  de quedarse cortos. En cuanto aparecen los primeros malos resultados se permiten  presentarse como parte de la crítica en estos términos:

Ya avisamos nosotros de que esto iba a pasar. La causa de todos los problemas es que las medidas de los políticos no han sido lo suficientemente neoliberales.

Este razonamiento trampa es permanente porque sus propuestas “completas” son de carácter utópico utópico al ser materialmente inaplicables: es imposible la existencia de un mercado sin la regulación y la intervención del Estado.
 
El neoliberalismo práctico se justifica en una teoría que descarta y oculta los resultados indisociables de esas propuestas. Es importante destacar que la aplicación de estas políticas implica necesariamente una serie de consecuencias que están fuera del análisis teórico de sus autores, ya que con las herramientas analíticas del neoliberalismo teórico es imposible explicarlo.  Los que aplican el neoliberalismo en la práctica saben que sus propuestas han de aplicarse lentamente para que no generen rechazo. Pero incluso la aplicación de reformas neoliberales progresivas, genera unas consecuencias no previstas por la teoría neoliberal. Las víctimas de esas reformas no son simplemente cifras en una gráfica, son personas y pueden reaccionar de modo imprevisto ante los efectos reales que esas propuestas generan inevitablemente al materializarse.  Al ir reduciendo la intención estatal “todo lo posible” se producen unas dinámicas estructurales que disparan las diferencias sociales, se produce una fractura social. Esto puede disimularse mientras haya crecimiento económico, pero en cuanto la propia dinámica del “mercado” sin control desemboque en una crisis, entonces las diferencias sociales generan el caldo de cultivo propicio para el estallido de revueltas sociales violentas. Sin paz social nos alejamos también del utópico “mercado libre”.  De esto hablo en profundidad más adelante.  

Yo puedo entender que tú quieras aumentar tu riqueza particular y que propongas medidas vayan en esta dirección, eso es coherente,  lo que no acepto es que me digas que lo haces por mí o por el bien común. Todos luchamos por nuestros intereses particulares, pero no todos lo hacemos con cinismo y mentiras. Ten el valor de ser honesto y sincero y deja de tomarnos por tontos. 

Etapa neoliberal (1975-)


Los buenos resultados de las políticas socialdemócratas keynesianas relegaron a la marginalidad a los liberales contrarios a la intervención estatal durante décadas. Únicamente los ordoliberales amortiguaron la profundidad de este intervencionismo. Pero las cosas cambiaron en los años 70 con la crisis del petróleo. La crisis coyuntural fue instrumentalizada por los ordoliberales para desbancar a los liberales keynesianos de los centros de poder.  Los ordoliberales aprovecharon su posición de bisagra entre el liberalismo keynesiano (del que eran su ala derecha) y el neoliberalismo (del que eran su ala izquierda)  para ofrecerse como solución de compromiso. La verdad es que actuaron como una quinta columna e introdujeron a los economistas de la escuela de Chicago en los puestos de poder. Beneficiaron a los economistas de la escuela austriaca a los que premiaron con reconocimiento académico, se les dio cobertura mediática y se les dotó de apoyo financiero. Los propios neoliberales (ordoliberales + Chicago)  no veían sensato dar demasiado poder real a sus compañeros austriacos porque desconfiaban de su carácter idealista. El resultado fue el lento pero inexorable giro en las políticas económicas. Se aprovechó la coyuntura para ir sustituyendo las anteriores políticas socialdemócratas por las nuevas políticas neoliberales tanto en la práctica como en el pensamiento dominante. Hasta tal punto se ha convertido en pensamiento hegemónico que han logrado que la misma expresión “reformas económicas” sea sinónimo de “reformas económicas neoliberales”. 

Si tras la Segunda Guerra Mundial la tendencia era a ir ampliando el sector público y a que el Estado tuviera mayor control de la economía, desde los años 70 la tendencia pasa a ser la contraria: se va progresivamente privatizando, desregulando, y reduciendo la capacidad de decisión de los gobiernos democráticos sobre la economía. Por este cambio de tendencia se puede hablar de etapa neoliberal . Esta etapa llega hasta el presente [7]. En los años 70 las políticas neoliberales se extienden por Iberoamérica, en los 80 por Europa occidental, en los 90 por Europa oriental y en el siglo XXI por  Asia.
 

Socioliberalismo 


A medida que la doctrina neoliberal se convirtió en pensamiento hegemónico y luego en pensamiento único y que la coyuntura internacional de la globalización hacía cada vez más difícil aplicar políticas económicas alternativas, muchos dirigentes de los  partidos políticos socialdemócratas decidieron adaptarse a esta nueva realidad. Los mismos partidos socialdemócratas que durante décadas habían abanderado las políticas keynesianas, cambiaron parcialmente y comenzaron a aplicar las mismas políticas neoliberales que realizaba el otro partido liberal/conservador cambiando únicamente la velocidad.  A estos partidos se les llama socioliberales. La única diferencia de calado entre un partido socioliberal y los otros partidos neoliberales es que los primeros aplican las políticas neoliberales a un ritmo o a  una intensidad menor que los segundos. Incluso un partido socioliberal puede hacer recuperar medidas socialdemócratas que se habían desarticulado, pero solo en la medida de lo necesario. Es decir, solo si las condiciones sociales han empeorado tanto que los centros de poder consideran que hay que dar un paso para atrás, pero para luego dar otro adelante en cuanto la coyuntura cambie. Esa es la imagen que venden a su electorado: 

“los socioliberales liberalizamos, pero no tanto como los otros”

Este giro dejó huérfano de partido a los defensores de las políticas socialdemócratas clásicas de economía mixta. El espacio fue ocupado en parte por los comunistas de tipo reformista, pero la caída de la URSS les afectó negativamente a todos los comunistas; tanto los revolucionarios como los reformistas a pesar de que estos segundos rechazaban el modelo político soviético.

Neokeynesianos y poskeynesianos


Mientras las escuelas neoliberales iban ocupando los puestos de influencia y de poder, tanto en la esfera política como en la académica, los keynesianos fueron progresivamente degradados  a un segundo plano. De las dos escuelas keynesianas, se cebaron especialmente con los poskeynesianos, cuya distancia con el neoliberalismo es todavía mayor. Descripción somera de las dos corrientes:   
  • Socialdemócratas neokeynesianos. Evolución del keynesianismo de los que adoptan las teorías monetarias neoclásicas, igual que hacen los neoliberales. Proponen medidas de gasto público en base al aumento de impuestos proporcionalmente para distribuir la riqueza. Esta corriente es aceptada por los socioliberales en casos de necesidad.
  • Socialdemócratas poskeynesianos. keynesianos que mantienen las ideas monetarias de Keynes (Teoría Monetaria Moderna) y rechazan la teoría monetaria neoclásica que usan los neokeynesianos. Proponen la financiación directa de los estados de sus bancos centrales sin que tengan que pasar por el intermediario (el que compra bonos públicos). Además defienden la intervención del estado como  empleador creando los puestos de trabajo necesarios para acabar con el desempleo. Esta corriente es rechazada por los socioliberales. 

Notas al pie con la bibliografía

  • [1]  Véase la idea de “significados flotantes” de Jacques Lacan y de Ernesto Laclau. Los términos ideológicos no tienen un significado unívoco, sino que su significado es variable o flotante para adaptarse a la ideología del que lo está usando y esto le permite partir de ventaja en el debate ideológico posterior. El que consigue popularizar sus significantes adquiere la hegemonía ideológica sobre el que no. De modo que si no hay clara redefinición de conceptos es posible que estés usando un término con un significado que contradice a priori tu argumentario ideológico.
  • [2] Adam Smith. Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. (1776)
  • [3]  Michael Freeden. Liberalismo, una introducción (2019)
  • [4]  Camino de servidumbre de Hayek (1944)
  • [5]  Sobre las corrientes del neoliberalismo y sus matices ideológicos trata el artículo de Héctor Guillén Romo La deshomogenización del discurso neoliberal Journal of Economic Literature (jel), 2018.
  • [6] Esta diferenciación entre liberalismo y neoliberalismo quedó expuesta ya en 1979 en un curso de Michael Focault reflejado en su obra Nacimiento de la biopolítica
  • [7]  Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo (2007)

Mapa/índice de la web/libro:

3 comentarios:

  1. Acabo de leer el capítulo uno, sobre el asesinato de ese político sueco... y ahora lo leeré todo. Gracias por difundir y explicar lo que nos está pasando, es primordial para empezar a rebelarnos contra esta nueva lucha de clases.

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  2. Gracias a ti por comentar. Estaré encantado de escuchar tus valoraciones.

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